Sí, lo confieso, era mi primera vez, me sonrojo de pudicia y de contento, solo de evocarlo desnudo fagocitando los bombones marca Acme a solas, no puedo evitarlo ni contener mi estrecana satisfacción...Era la primera vez que un niño pijo gay, se detenía en medio de la avenida de las Canteras solo para mirarme fijamente un instante para hacer una mueca de asco y repugnancia con los labios dejando ver su ortodoncia, fue un momento emocionantísimo, llena de pasiones desatadas, de consecuencias imprevisibles hasta el momento, entre ellas se me llenaron las mejillas de picazón y rubor sexual, más por el calor que por la concomitante desmesura de las emociones. No pude peribir la intensidad de su mirada de repulsa e indignación ante mi obscena liberalidad bajo mis gafas de sol- las cuales como los perros me han hecho ganar muchos amigos, y atraer las miradas de jovenes con cara de asco o risas contenidas de admiración y adhesión incondicional-. El relente del gay pijo repelente vicente se mantuvo con contumacia y resistencia, me costó mucho esfuerzo limpiar de mis gafas Calvin su reflejo mancillando la anterior imagen de un hombre musculoso que habia recogido el cristal. Fue todo un subidón de adrenalina como en los viejos tiempos, y recuperó aquella vieja sensación de ser la preterida ni deseada ni pródiga, que va ascendiendo por los escalones de la aquiescencia del desprecio de bocas de asco y rostros que se vuelven opuestos con violencia asintiendo a mi parecer y dandome la razón. ¡Me sentí tan afortunado de que un gay pijo me dedicase toda su atención durante cerca de tres minutos al tanto de mi indiferencia bajo unas gafas de sol!¡No soy indiferente!. Me beso las manos, me lambuceo las patitas. No, no he perdido mi sexapil...
Si han de hablar, que hablen mal. Así sea su gusto, su mal gusto. Sus malas palabras hablan de mi nobleza y de mi bondad, de mi magnificencia (de mi excesiva humildad y sencillez) frente a la mezquindad de esas sanguijuelas que se aferran a los cotilleos que ellos se guisan, cuando estas arriba o abajo. La imagen social no sirve de nada. En el fondo a nadie le importa nadie...Cuando se habla con tanta obstinación de personas que ni siquiera se conoce y que tampoco se desea conocer, tan solo por manosearlos obscenamente en una discoteca o en un lugar de alterne (de alternar copas) algo de lo que hablar, se encubre inequivocamente el desinterés más profundo por los demás...Puedo decir decididamente, que a nadie le importa nadie de verdad, todo es demasiado arbitrario, existir o ser invisible, ser conocido o desconocido...son cosas sin valor. Cada vez es más dificil escandalizar, la gente ha llegado a limites de deshumanización, insensibilidad y automatismos tan flagrantes, que todo pasa completamente desapercibido y cae en el mayor de los desintereses. Se calientan un poco por lo que les da de comer o les viste de marca, nada más. Cometer un crimen es harto facil, lo dificil es que el escandalo sea perdurable. Ser constante con lo que se `piense y siente de modo insobornable. Me asombra hasta límites insospechados, la insensibilidad de la gente, para la vida, los que estudian para ser diseñadores no son artistas, ¿qué clase de arte coloca en su centro en lugar del genio las ganas de comer?...Las tendencias no son moda, son solo encaprichamientos...¿y cuando se acaben las tendencias?¿cuando se ponga al descubierto que no hay genio, ni movimiento, ni moda?¿cuando solo quede ese hambre de muchos por vestir con algo para darse un tono y calmar un hambre de tener y no crear una forma de estar, de vivir de una manera con un estilo?. La gente es insensible, solo piensa en cubrir necesidades y no en crear. Insensibilidad para cada día.Estilista, aquel capaz de crear estilos, no de adaptar estilos dados.
Viven como cerdos y comen como cerdos, sin paladear nada.
Caminé unos metros más allá de la avenida, habia dos jóvenes vestidos de negro, sorteando las huellas dejadas en cemento de los artistas en el paseo de la fama del Auditorio, un perimetro reducido de seguridad antes de darse un leñazo con un parterre con vistas al mar, uno de ellos más femenino con un vaso de cartón de coca cola con pajita, se combó dulcemente para escudriñar cada huella mientras comentaba algo a su amigo sobre las huellas (-Mira, esta es la mano de Concha Velasco...). No sé por qué sentí una pasajera melancolía al ver sus siluetas recortarse turgentes y blancas con dulzura, por esos momentos de sosiego y conversación al pasear con alguien amigo sin sentir la angustia del paso del tiempo y sentir que mientras caminas alguien te habla y te escucha, pensé en todo el tiempo perdido inutilmente en ausencia de algo así. Echo de menos acompasar un paseo individual con una gramola hablando continuamente, incansablemente, con ansiosa voracidad, como si tuviera que explicarme algo de vital importancia, miro al amigo y al pesado gay (femme fatale) con una mirada cándida y entrañable. Esperar demasiado una primera vez convierte todo en una ultima vez con deyabù. El verdadero mérito es tener aguante de pupilera con culo de tanque para sortear a los pesados y agasajar a los livianos. ¡Qué tiempo tan perdido!.Pero no desmerecí más minutos en pensar cosas anejas a estas y cogi el manosado y tan vituperado trasporte del fracaso, allí me esperaba en los ultimos asientos un marica superior, un ente superior, una apariencia luminosa y angelical que guió nuestro viaje rutinario interurbano, vestido de zara de arriba abajo y con un bolso marrón cuya marca ignoro. Era perfecto si no fuera por su arrugado ceño, dos rayas como un signo igual en vertical.
Observé que su cuello era grande y gordo, su piel compacta de un marrón bajo continuo, tersa y cuidada, una mirada agresiva y nerviosa no me conducía a ninguna parte, el desvío de las pupilas haciendo manitas contra el cristal. Pense durante mucho tiempo en las diferencias de su constitución, sobre su cuello gordo y su corpulencia. Siempre pienso en la constitución fisica y comparo mentalmente.
El vacío emocional, ha desplazado el contenido intelectual de la imagen fisica, para quedar meramente la preocupación de encontrar el lugar medio del punto medio.
Antes paseaba por la playa y pensaba en aquello que me inspiraba un cuerpo masculino joven, ahora solo pienso desesperadamente en el lugar que ocupan las cosas, todo se ha quedado en una preocupación espacial. Tratar de sentir un espacio, dove non c'è e dove regolarmente solo c'è mutazione.
El tiempo pasa y la vida se acaba.
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El infinito mundo de posibilidades de las partículas elementales es la base de la libertad humana
El conocimiento es fruto de la experiencia social, pero nunca se es consciente de todos los acontecimientos simultáneos porque la percepción actúa a modo de barrera. Con la física cuántica, sin embargo, empezamos a entender que la realidad que observamos no tiene fronteras. Sólo existen probabilidades que propician la construcción de nuevas realidades, que se concretan según la voluntad del actor, el cual actúa como “atractor extraño” de dichas posibilidades. Sin embargo, las valoraciones sociales actuales no dejan de responder a la ilusión de que estamos viviendo un progreso lineal. Como consecuencia, se adopta una concepción determinista y trágica del ser humano y de sus funciones sociales. Luego nos sorprendemos de “la desidia y del conformismo existentes”. Por Alicia Montesdeoca.
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Lee Smolin propone repensar la ciencia física La unidad social no viene dada por la homogeneización del pensamiento, sino por aquella expresión colectiva que permite que el conocimiento alcanzado sea fruto de la experiencia común, en la que cada sujeto es protagonista y aporta, con sus vivencias, un matiz diferente, con lo que se obtiene una intensidad mayor del color del producto social logrado.
La pregunta permanente se abre paso a través de las mentes y, en su desarrollo, trata de buscar explicaciones para comprender y a la vez explicar. Este proceso, que es colectivo, siempre, en algún momento, encuentra una forma de salir a la superficie. El vehículo puede ser un individuo o un grupo. En ambos casos, estarán vinculados a la realidad que se conceptúan, y que se sintetizan, y, por lo tanto, son recolectores de los frutos que han sido cultivados en el campo de la mente social.
El conocimiento es, pues, un producto fruto de la experiencia, gestada y nutrida por todos, aunque no se tenga conciencia de ello, porque, aunque lo pretendamos, nunca se es consciente de todos los acontecimientos simultáneos en los que estamos involucrados. En este contexto, también, hemos de enunciar aspectos que ayuden a encontrar una comprensión mayor, para acabar con la percepción falsa de límites, separaciones, divisiones o fronteras.
Llegar a comprender la verdadera naturaleza del ser humano y de su entorno supone adentrarnos, a través de la maraña densa que la historia, interpretada por la ciencia, la filosofía y las religiones, ha construido sobre aquella.
Ken Wilber, en la introducción a su obra “La conciencia sin fronteras” dice: “Es como si nuestra percepción habitual de la realidad no fuera más que una isla insignificante, rodeada por un vasto océano de conciencia, insospechado y sin cartografiar, cuyas olas se estrellan continuamente contra los arrecifes que ha erigido a modo de barreras nuestra percepción cotidiana” .
Fronteras
Este autor parte del principio de que existe una unidad de conciencia o identidad suprema, la cual constituye la naturaleza y condición de todos los seres sensibles, pero, paulatinamente, vamos limitando nuestro mundo y nos apartamos de nuestra verdadera naturaleza al establecer fronteras.
“Efectuamos, dice, una división artificial en comportamientos de lo que percibimos: sujeto frente a objeto, vida frente a muerte, mente y cuerpo, dentro y fuera, razón e instinto, y así recurrimos a un divorcio causante de que unas experiencias interfieran con otras y exista un enfrentamiento entre distintos aspectos de la vida”.
La importancia de esta forma bipolar de divisiones que establecen líneas de conocimiento, “es que siempre tendemos a tratar la demarcación como si fuera real, y después manipulamos los opuestos así creados. Aparentemente, jamás cuestionamos la existencia de la demarcación como tal. Y como creemos que ésta es real, imaginamos tercamente que los opuestos son irreconciliables, algo que está para siempre separado y aparte”.
Visión cuántica de la sociedad
Con la física cuántica, sin embargo, empezamos a entender que la realidad que observamos ni está dividida, ni es previsible. El universo visto desde la física subatómica no tiene fronteras, ni se puede medir con exactitud cómo va a conducirse.
Así se descubre que, en los comportamientos de un sistema formado a partir de la construcción de “metademarcaciones”, sólo existen probabilidades, es decir, sólo se pueden ofrecer conjeturas. Con la enunciación de su principio de incertidumbre, Heisenberg pone de manifiesto el fin del “marco rígido”, el desplome de las viejas demarcaciones establecidas por la física clásica. Admitiendo la incertidumbre se admite, también, la posibilidad de cambio y de construcción de nuevas realidades, se tiene presente la potencia de la realidad, lo contingente.
Gary Zukav, en La Danza de los Maestros, considerada la mejor obra divulgativa de la física cuántica, dice: “La mecánica cuántica nos enseña que nosotros no estamos separados del resto del mundo, como habíamos creído. La física de las partículas nos enseña que el resto del mundo no es algo que permanece ocioso allá afuera. Por el contrario, es un brillante campo de continua creación, de transformación y, también, de aniquilamiento. Las ideas de la nueva física pueden dar lugar a que se produzcan experiencias extraordinarias cuando son captadas en su totalidad”.
Si proyectamos filosóficamente las conclusiones de la mecánica cuántica, podemos afirmar que no sólo influimos en nuestra realidad sino que, en cierta medida, la creamos. Es decir, podemos afirmar que materializamos ciertas propiedades en la sociedad porque elegimos medir esas propiedades.
El famoso físico John Wheeler escribió: “Al universo ¿lo atrae, de alguna manera, a la existencia la participación de los participantes?... El acto vital es el acto de participación. Participador es el nuevo concepto incontrovertible ofrecido por la mecánica cuántica. Derrota el término observador, de la teoría clásica, que designa al hombre que está seguro detrás de un grueso cristal protector y observa lo que ocurre a su alrededor sin participar en ello. Esto es algo que no puede hacerse en la mecánica cuántica”
Causa y efecto de la experiencia
Desde estas aportaciones teóricas, podemos precisar, con mejor luz, que el objeto social, tomado para el análisis, es causa y efecto de la experiencia individual y colectiva: esta experiencia se va construyendo con cada acción (entendiendo ésta como acto consciente e inconsciente; voluntario e inducido; físico y mental). De esta manera, también podemos percibir que cada presente es una captación instantánea de todos los presentes, el cual interpretamos con los recursos cotidianos de nuestro espacio tiempo.
En consecuencia, cualquier comunidad, en cualquier presente, es producto de los factores que laten en ese instante, con su propia impronta derivada de los elementos que están interactuando, para la configuración de esa realidad: económica, política, cultural.
Cada presente está impregnado así de la “información” necesaria para reproducir, en cualquier instante o en cualquier condición, el impulso de la vida con sus ciclos. Desde esta perspectiva, las sociedades se configuran como macro-células de un gran organismo planetario, sujeto a las mismas leyes de la materia cósmica que se encuentra en el universo.
Nuevo conocimiento y viejas creencias
Toda esta reflexión nos hace descubrir las contradicciones que existen entre las ideas que sugieren el nuevo conocimiento y las creencias que existen sobre lo que conocemos y cómo lo conocemos.
En primer lugar, el sujeto del conocimiento se siente el “observador de la realidad”. Una realidad que está fuera de sí mismo y a la que puede conocer objetivamente. Sin embargo, según señala en su obra “Languages of the brain” el neurocirujano de Stanford Kart Pribram, ese ser, en apariencia individual, que se presenta como sujeto porque se siente en ese instante “el observador”, desconoce que su cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico.
Y es que con la física cuántica aparece también el concepto de realidad como un todo que no se puede fragmentar para ser explicado, tal como ocurre con un holograma. También, la realidad aparece como potencia para la creación, donde se dan, simultáneamente, infinitas posibilidades de formas de expresión, que se concretan según la voluntad del actor, el cual actúa como atractor extraño de dichas posibilidades.
Para la física cuántica, cualquier realidad es posible, pero, según sea el “observador-participador” sólo se concreta una: todo es posible y sólo hay una concreción; todo es posible aunque se concrete sólo una expresión. El potencial cuántico depende de las interacciones entre las “partículas” del sistema y el contexto.
Si proyectamos los principios de la mecánica cuántica al escenario de lo social, podemos concluir que cualquier estructura se sostiene porque no se cuestiona. Las realidades son alimentadas por la rigidez de los pensamientos que se adueñan de nuestra capacidad de conocer, y que, como verdaderas murallas, nos impiden acceder a una comprensión mayor de aquella realidad última que perseguimos, incansablemente, los humanos de todos los tiempos.
La comprensión de esto nos lleva a observar la realidad a partir de su potencia de creación, no sólo de su concreción temporal, y a mirar, críticamente, la posible arbitrariedad de aquel pensamiento que se sostiene con afán categorizador, porque limita las posibilidades de conocimiento, de creación y de cambio, impidiendo que se despliegue toda aquella otra realidad que no está dentro de su ángulo de focalización.
El pensamiento social, de espaldas al conocimiento científico
Por eso, las valoraciones sociales que hoy se hacen y que marcan profundamente la acción, no dejan de responder a una ilusión: la ilusión de que estamos viviendo un progreso lineal. Una linealidad que somete a la sociedad y a sus individuos a la creencia misma en dicha ilusión y que se retroalimenta con una formación a-crítica, generadora de conductas individualistas.
Las opciones sociales, nunca fruto de la elección personal sino del discurso con mayor autoridad y prestigio temporal, no suelen ser cuestionadas por las ciencias humanas, que se limitan a relatarlas. Las ciencias humanas, también, quedan atrapadas en ese discurso y en la ilusión evolucionista (lineal), a pesar de los nuevos conocimientos sobre la realidad que provienen, fundamentalmente, de las nuevas ciencias físicas y biológicas.
Las consecuencias prácticas son trascendentales. Tomada “la realidad social”, como un universo aislado, estático, inercial y previsible, se cae en el análisis de los valores “imperantes” en bloque. De esta forma no se tiene en cuenta la coyuntura en la que los valores se producen, dándoseles categoría de absolutos y pensando siempre que son consecuencia de un proceso civilizador. Este análisis no considera la importancia de las creencias en las bondades del modelo imperante, sostén imprescindible para la existencia de dicho modelo.
Es el precio del desarrollo, se afirma, dando por sentado que las consecuencias no deseadas son fruto de una ley de compensación natural contra la que no se puede hacer nada. Una afirmación que se niega a mirar las distorsiones que se producen a causa de la propia visión fragmentadora o categorizadora que la caracteriza.
Como consecuencia, se adopta una perspectiva del presente que juzga el aquí y ahora con una concepción determinista y trágica del ser humano y de sus funciones sociales. Al sujeto se le supone, aparentemente por consenso, sin esencia alguna que le sirva de timón, gobernado por los valores especulativos, sin intereses que no sean los propuestos por el mercado, sin impulsos de proyección, sin potencial ni esperanza para construir algo distinto al ideal que se predica. En definitiva, sin capacidad de reacción.
Agujero negro social
Con esta visión funcional, el sujeto parece quedar atrapado por las leyes del sistema y engullido por un enorme “agujero negro” de “no vida”. Esta visión abarca, mecánicamente, al sujeto de todas las culturas, de todos los estratos sociales, que de esta forma queda convertido en una abstracción esperpéntica: el ciudadano es un tipo sin alma; una marioneta sin voluntad, movida por los vientos de la especulación y el mercantilismo, gobernada por un discurso vacío del que permanentemente se hacen eco, multiplicando sus efectos, los llamados “medios de comunicación”.
Es como si la “muerte de Dios” por decreto, incluyera la desaparición del sujeto como expresión de un espíritu con voluntad creadora. Ese sujeto sin espíritu, sin voluntad, sin sentimientos, es un ente vacío, robotizado, dirigido con mando a distancia (a cuanta más distancia de él mejor se le dirige): de ahí a carecer de responsabilidad en sus actos no hay ni un paso.
Luego nos sorprendemos de “la desidia y del conformismo existentes”, de los niveles que alcanzan los conflictos, de las características que adoptan las violencias, de la magnitud de los integrismos, de la masiva aceptación de las políticas neo-nazis... de los modos suicidas con que nuestros jóvenes “viven a tope” sus mejores años: cada vez se les dificulta más el encuentro con la identidad, también las referencias para alimentarla. Todo ello porque la mirada adolece de un grado intenso de miopía para ver a lo lejos y en múltiples direcciones.
LA GURTEL ES EL PP Y EL PP ES LA GURTEL
Hace 6 años
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