viernes, 14 de mayo de 2010

non troppo capisco

La pasada mañana la luz de la calle estaba traspasada de una lluvia finísima y diminuta como copos de nieve,la luz despejada del sol tenia un tenue aire de melancolía a pesar de su vigor. Hace ya dos años que no pasan los chicos cuyas vidas y de cuyo amor de un verano fui testigo. Vuelvo a pensar con ellos en el chico que vi pasar con su rostro celado bajo una capucha de una sudadera finisima, su rostro
no he podido olvidarlo, era una sonrisa sumamente especial,...he pensado que quizás habria cambiado tanto que ya no podria reconocerlo. Muchas veces pienso en esto, ese camino del recuerdo al olvido a que nos obligan forzadamente las cosas y el tiempo, y sin embargo, no puede evitar permanecer esa mínima parte, es un camino que nos obligan a desandar...
Al medio día caminando por una calle he visto a un hombre que vi hace un año en la playa, solo lo conocia de vista, pero al verlo pareció recordarme y su rostro expresó un gesto de desagrado como se mira a un mendigo que se le acercara a saludarle en una reunión social de valor, sentí un sentimiento tan punzantemente desagradable y drastico, que a pesar que debia ir en esa direccion, le volví la
espalda y me marche dando un rodeo para no volver a verle. Creo que deberia recordar detalles asi, para saber que en los momentos venturosos debo reservar mi sonrisa y mi felicidad solo para aquellos que antes no han insultado mi soledad o mi dolor.

Pasan muchos meses en los que la vista no queda regalada por el afecto de esas otras miradas empaticas o simpaticas, en los que hay que pasar personas desagradables, ingratas, personas que no sienten, esa afinidad que hace de la vida algo valioso y que hace de la existencia una creación para ser guardada.
Ayer mientras caminaba, me detuve y suspiré muy hondo; frente a mi caminaba un chico gay con la cabeza rasurada de unos treinta y su amiga, cuando vio que suspiraba, volvió la cabeza con repugnancia para no mirar.

En esos momentos en los que otra persona [gay] hace visible su repugnancia por tu suspiro, siento como si se me contrajera toda el alma, en una invisible represion, despues de tantos días en que he tratado de mantener esa pequeña gota de aliento
al desamor. No poder sentir con libertad, no poder demostrar u ofrecer lo que se siente con libertad, decididamente, a aquel en quien descansar nuestros hombros y nuestros sentimientos.

Siento que hay demasiadas cosas que hacen de la vida o tratan de hacerla inautentica, que pugnan por debilitar su fuerza y significado, la sencillez, las pequeñas cosas, la poesia...hacen de la vida un eslabón fuerte por encima de todas las cosas...pensar que despues de muchos meses enfermo, puedo levantarme de la cama,
sin escuchar a nadie, salir un dia de sol, y tan solo, en una soledad que hace la imagen infinita del mar, sentir el tacto del aire y de la luz al respirar hondo y cerrar los ojos, pensar en esas sensaciones que no se pueden expresar con palabras, el recuerdo de un matiz de un olor, de una sensacion de la luz...
Pensar que habrá más dias en los que venga la luz del dia, abstrayendose a su quietud, con sensaciones nuevas, con pensamientos nuevos, con nuevos jovenes en los que depositar la curiosidad o el pensamiento, la emoción estetica que despiertan y su pequeña reflexion...Cada lugar cobra un sentido con cada tiempo, con cada persona.
Me parece como aquel famoso autografo de Verdi que decia algo asi "para un amor de un tiempo". Pensar que no importe que el amor se acabe, sino que se haya podido sentir y vivir profundamente.

Este año creo que ya no regresaré a las fiestas de junio como el año pasado, las fiestas del orgullo gay se unen con las hogueras de San Juan; el año pasado el desconsuelo de no poder ir a las hogueras se consoló con el orgullo gay, aunque no conocí a nadie, y fui solo, fue agradable los primeros dias. Uno de esos primeros dias cuando iba al lugar donde se festejaban descubrí al enigmatico chico celado, oculto por la capucha de su sudadera como una cofia, creo que solo por él, y por el grupo de chicos que encontré en aquel lugar, unicamente, valió la pena ir solo a los kioskos del orgullo el jueves y el viernes. Ese ultimo día descubrí a un grupo de chicos cuando cansado ya abandonaba los kioskos, como siempre cuando se dan las cosas por acabadas es cuando aún hay algo que empieza. Pero ya ese dia simplemente vi minuciosamente cómo se aproximaban, cómo me miraba mientras contemplaba sus ojos grises, nada más. Creo que por tan solo sentirle titubear, valió la pena. Aunque en el fondo sienta un poso de frustración por no haber dicho nada, porque sea una de esas personas que quizas haya visto una vez, y quizás no vuelva a encontrar.

1 comentario:

  1. Solo dos cosas, sensibilidad excelente y dulzura transparente.

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